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Antología Retropunk, de Paulo César Ramírez Villaseñor

  • Writer: Raúl Piad
    Raúl Piad
  • 4 days ago
  • 3 min read

Este libro sabe a pulque...y huele a carbón.


Por Raúl Piad

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Mucho se ha escrito ya del steampunk como movimiento estético y literario, y del retrofuturismo y la ucronía, en su sentido más amplio, como para emborronar más cuartillas. Máxime cuando esta antología no pretende redescubrir un subgénero... o tal vez sí, pero a la inversa. Supongamos entonces que se trata de un nuevo tipo de descubrimiento, uno "a este lado del charco", que comienza en las tierras de Aztlán y luego extiende sus raíces hacia el viejo continente. Reimaginación histórica en todo el sentido de la palabra, de ambas palabras, porque imaginación e historia son dos componentes que se imbrican entre los diferentes relatos del volumen, a manera de aleación casi perfecta, para dar a luz otro tipo de historia, en mi opinión, mejor. Aquella que pudo haber sido.


Pensemos en un México donde los hermanos Serdán no solo conspiraron contra Porfirio Díaz, sino que lo hacieron auxiliados por mensajería de tubos neumáticos y armamento de rayos globulares. Donde los guerreros zacapoaxtlas blandieron machetes de volta contra los zuavos franceses, ¡mientras descendían del cielo en ornitópteros! O donde un justiciero enmascarado, al mejor estilo de los superhéroes clásicos, surca los cielos de la Ciudad de México con un propulsor de vapor mientras escruta el paisaje urbano a través de su yelmo de águila.


Son historias que comparten un leitmotiv: la tecnología a vapor (y sus primos "menores": la diésel y la atomo-eléctrica) alteran el curso de los eventos, pero no su esencia dramática ni su carga simbólica. Por ejemplo, la narrativa onírica y casi surrealista de "Ailurópolis", donde los humanos sobreviven a una especie de domesticación invertida por parte de felinos biomecanizados, o el estilo poético y visceral de "Yaoteposmeh, Los Guerreros Atómicos", y su futuro posapocalíptico con iconografía azteca y renacimiento cultural, presentan otra clase de tecnología, aunque no como mero adorno, sino como metáfora de conflictos éticos y sociales.


¿Original? Claro. ¿Rocambolesco? También. Hasta aquí podría parecer que el autor se limita a transplantar el steampunk más rancio, ese que huele a carbón y hulla ingleses a suelo mexicano, pero pensar así sería el equivalente a disfrutar de las tímidas motas de luz que danzan en la superficie en detrimento del verdadero tesoro que aguarda en las profundidades. Si tuviera que diseccionar y extraer el corazón de esta antología, diría que Ramírez Villaseñor mexicaniza al género en su obra, lo dota de un sustrato cultural, histórico y mitológico. Este aspecto es, a mi entender, uno de los mayores aciertos del conjunto: la integración del espíritu retrofuturista con la cosmovisión mesoamericana. En “Miquiztli”, otro de los cuentos, la mina trasciende su propósito original para convertirse en  la entrada al Mictlán, y los mineros no solo buscan carbón, sino que se enfrentan a dioses antiguos y criaturas ctónicas.


Soy un firme defensor de que una historia es tan buena en la medida en que sus personajes parezcan creíbles, respiren y tengan alma. Siendo sincero, la gran mayoría de las colecciones de relatos o novelas retrofuturistas adolecen de esto último, pues prima en ellas la atmósfera y el escenario por encima del argumento o la construcción psicológica de sus protagonistas. Por fortuna, el presente volumen se desmarca en gran medida de esa tendencia. Desde el esclavo John Henry en “Búfalo Black”, que enfrenta a un autómata asesino, hasta el periodista Justo Bueno en “Cuauhtlipoca”, que debe asumir el legado del justiciero caído, los personajes encarnan la lucha del pueblo mexicano, pero también sus contradicciones y desgarros. Son el reflejo de algo que las naciones de la región conocemos muy bien, porque lo hemos vivido en carne propia: la resistencia física y cultural contra el extranjero, pero también contra nosotros mismos. Incluso Santa Anna es humanizado en "Funeral para una pierna", a través de un artefacto biotecnologico que simboliza tanto el progreso como el costo humano de la ambición y la guerra.


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Antología Retropunk no es solo una colección de relatos; es un manifiesto literario, una llamada a la reflexión sin abandonar ese sentido de la maravilla que solo un buen autor de ciencia ficción es capaz de moldear. Es una invitación a imaginar otro pasado donde México no solo fue un actor pasivo en la historia, sino parte de esa misma historia, un actor de primerísimo orden, exótico y transgresor.


El steampunk mexicano de Ramirez Villaseñor humea de nuevo, tan complejo y fascinante como la historia que lo inspira. El lector sabrá transformar la ficción que anida en sus páginas en otro tipo de realidad, esa que surge primero en la mente de quien la soñó.



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