El término péplum fue sacado de una túnica sin mangas atada en los hombros, un vestuario muy común en las películas de Espada y Sandalia. Acuñado por el crítico Jacques Ciclier en la edición de mayo de 1962 de la revista Cahiers Du Cinéma, se refiere a los filmes cuya trama se desarrolla en la antigüedad, siendo sus escenarios principales el Antiguo Testamento, Mesopotamia, Egipto, Grecia o su Mitología (Incluye el llamado “Ciclo Troyano”), la Época Paleocristiana, y Roma, aunque más que presentarnos contextos rígidos o históricos, estos son más un pretexto que sirve de escenario de fondo para contar una historia.
En el cine bien se puede hablar de tres momentos de la Espada y Sandalia, el protopléplum con películas como Cabiria (1914), Intolerancia (1916) oQuo Vadis (1922) que marcaron los antecedentes para lo que seguiría, que es la época dorada, con la aparición del género como tal en 1958, con la película Hércules y su reafirmación al año siguiente con la secuela Hércules encadenado, hasta alcanzar su decadencia en 1964 con su última película Combate de gigantes. en donde aparecen héroes tales como Hércules, Sansón, Maciste y Ursus, los cuatro personajes más representativos del género. Por último tendríamos lo que podemos llamar péplúm moderno con películas como Gladiador (2000), El rey Escorpión (2002), Troya (2004), Alejandro Magno (2004), 300 (2007) y los remakes de Ben-Hur (2016) y Furia de Titanes (2010), eso sin contar las varias películas de Hércules que salieron en 2014, o las series de TV, como Jason y los Argonautas (Hallmark 2000), Roma (BBC/HBO 2005), Hispania, la leyenda (Antena 3, 2010) o Spartacus (Starz 2010).
Más allá del escenario en el que se sitúe, el péplum tiene algunas características bastante fáciles de identificar: Aquí sobresale la figura del héroe, el cual es un ser prácticamente perfecto, que lucha defendiendo los ideales más nobles, generalmente utilizando la fuerza descomunal. Igual de importante es el antagonista, ya que mientras el héroe no tiene defectos, el villano es un ser que no solo ostenta el poder, sino que está totalmente corrompido por su ambición y maldad. Tiende a ser común que las acciones del protagonista se conviertan en un ejemplo a seguir para el pueblo que, finalmente, se suma a la lucha en contra de su opresor. Siguiendo por esa misma línea, esa es la razón por la que el Imperio Romano, que simboliza la decadencia moral y la falta de principios, suele aparecer como una especie de personaje más, casi siempre con un papel antagónico.
Quizá eso explique la razón del éxito de la vertiente religiosa del péplum, con los primeros cristianos, cuyos principios morales eran “limpios y buenos”, siendo perseguidos y torturados por la perfidia romana, convirtiendo a muchos de ellos en mártires, dando historias de verdaderas epopeyas humanas. Aunque en realidad, el gran éxito esencial del péplum fue la presencia de un héroe que se viera apto para las secuencias de combate y acción en general.
Entre otros de los tópicos del género podemos ver algunas escenas de lucha con animales salvajes, una danza de bellas mujeres y muy posiblemente, una batalla multitudinaria. Con esa mezcla, se obtiene lo imprescindible para entender el tremendo éxito del género.
Tomar los elementos del péplum cinematográfico y llevarlo a la literatura resultaría un ejercicio relativamente simple: héroes corpulentos, sensuales bailarinas, deidades vengativas, emperadores tiránicos, espadas y sandalias...pero al mismo tiempo nos permite explorar nuevos terrenos, pudiendo tomar en cuenta nuestra realidad y los temas de actualidad. Por ejemplo, podríamos tener un péplum en el Antiguo Testamento protagonizado por una Judit bien entrenada en el uso de la espada, que efectivamente no requiere de ningún hombre que la rescate o le indique qué tiene que hacer. Alguna historia en el Egipto Kushita, representando a las minorías negras con los faraones nubios, no vendría nada mal; mientras que la Antigua Grecia con su Mitología me hace pensar en una historia con los Argonautas, en donde podríamos incluir la relación homoerótica entre Hércules y su escudero Hilas, al hombre trans de nombre Céne y a la cazadora Atalanta como el arquetipo de la mujer fuerte, por mencionar apenas unos pocos miembros de la tripulación del Argos. Incluso puedo pensar en una historia de la Época Paleocristiana en donde un zelote se encargue de frenar el acoso callejero, castigando a los acosadores por adúlteros según lo dicho en Mateo 5:28. En fin, que el péplum como género nos ofrece un terreno para historias clásicas o modernas, según gustos e intereses, sin que con ello perdamos la épica del héroe o heroína, la fuerza de la espada y la pisada firme de la sandalia. ¡Ave Péplum!
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